Patrimonio y mujeres

La equidad financiera es un aspecto fundamental de la igualdad de género. Entre las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas figuran la erradicación de las disparidades de género en la sociedad y la igualdad de acceso de las mujeres a los recursos económicos, la propiedad y los servicios financieros.

A lo largo de la historia, las mujeres se han visto desfavorecidas económicamente por las estructuras y las actitudes imperantes en la sociedad. Pero el panorama está cambiando. Así, las mujeres son cada vez más influyentes en las esferas de la educación, la economía y el patrimonio. Pese a los diferentes retos que afrontan, las mujeres están generando cada vez más su propio patrimonio. Además, se está produciendo una importante transmisión de patrimonio entre generaciones que está incrementado la cantidad de activos financieros en manos de mujeres.

Las mujeres progresan en el ámbito educativo

La educación es un indicador del progreso de la mujer. El número de mujeres que cursan estudios de enseñanza superior es mayor que nunca. De hecho, según los datos mundiales de matriculación escolar de la UNESCO, las mujeres han superado a los hombres en términos porcentuales en el nivel de la educación superior¹. Esta evolución refleja una tendencia más amplia de paridad de género en la educación. Según la UNESCO, actualmente existen tantas niñas como niños que permanecen escolarizados hasta los 16 años².
La educación superior es una buena inversión para las mujeres debido a la marcada correlación existente entre la finalización de los estudios universitarios y la acumulación de riqueza. En pocas palabras, un título universitario constituye una certificación útil para acumular patrimonio. En EE. UU., las licenciadas universitarias ganan por encima de un millón de dólares más que las mujeres que únicamente cursaron estudios secundarios³.

Cada vez más mujeres trabajan para generar su propio patrimonio

Estos avances educativos se han producido en paralelo a la creciente participación de las mujeres en el mercado laboral. En 1950, las mujeres representaban un 29,6% del mercado laboral estadounidense. En 2015, casi la mitad de los trabajadores estadounidenses eran mujeres (46,8%)⁴. Las mujeres también están rompiendo el techo de cristal: más de un 40% de las empresas estadounidenses cuentan con tres o más féminas en puestos directivos⁵.

La pandemia de COVID-19 perjudicó la capacidad de las mujeres para crear patrimonio. Más mujeres que hombres perdieron su trabajo o abandonaron el mercado laboral, por lo que aquellas acabaron asumiendo una mayor responsabilidad en la educación de sus hijos en casa, así como en materia de tareas domésticas y familiares. No obstante, el empleo femenino se ha recuperado con fuerza desde entonces; además, estudios de Credit Suisse sugieren que la normalización del teletrabajo y las jornadas flexibles podrían abrir más oportunidades económicas para las mujeres6.

Las mujeres reciben patrimonio

Las mujeres también están llamadas a beneficiarse de la transferencia de patrimonio procedente de la generación del Baby Boom. McKinsey & Co prevé que las mujeres heredarán una parte considerable de los 30 billones de USD en activos financieros que cambiarán de manos sólo en EE. UU. durante la próxima década, ya sea como cónyuges o descendientes⁷.

Estos activos suelen venir acompañados ya de estrategias patrimoniales y asesores profesionales. McKinsey & Co. ha puesto de relieve las diferencias existentes en los enfoques sobre patrimonio e inversión de hombres y mujeres, que los asesores deben comprender. Por ejemplo, las mujeres son más propensas a recabar asesoramiento profesional que los hombres, y tienden a priorizar la conservación del capital frente a estrategias de inversión más agresivas.

Es hora de pensar en las clases de activos

Nannette Hechler-Fayd'herbe, Chief Investment Officer of International Wealth Management y Global Head of Economics & Research de Credit Suisse, coincide en que las mujeres inversoras suelen decantarse por clases de activos más conservadoras, como la renta fija, en detrimento de la renta variable. Esto ayuda a explicar por qué los hombres han acumulado históricamente más patrimonio que las mujeres.
Nannette describe el actual entorno de tipos de interés como un momento de oportunidades para las mujeres. La clase de activos de la renta fija está en sintonía con sus preferencias de inversión. Al mismo tiempo, las mujeres deben prepararse para aumentar su exposición a la renta variable cuando las condiciones del mercado mejoren, ya que las acciones constituyen un componente fundamental de una estrategia de inversión equilibrada y multiactivo.

Crear patrimonio durante toda la vida

Nannette considera que las distintas necesidades, preferencias y características de las mujeres como inversoras obligan a aplicar un enfoque más matizado. Defiende que las mujeres inviertan durante toda la vida, siendo consciente de los diferentes retos que estas afrontan a la hora de crear un patrimonio mientras gestionan las exigencias asociadas a la familia, el trabajo y el paso del tiempo.

La inversión durante toda la vida permite a las mujeres ajustar sus inversiones en función de sus objetivos y necesidades financieras según estas vayan cambiando con el tiempo. Al permitir a las mujeres crear y transmitir con éxito su patrimonio, estas estrategias pueden contribuir a eliminar la brecha patrimonial existente entre hombres y mujeres —que las sitúa en desventaja financiera— y a hacer realidad la equidad financiera.